LA INGRATITUD PRESIDENCIAL CON EL SISTEMA DE SALUD “El sistema de salud se relajó”. Alberto Fernández”

 


LA INGRATITUD PRESIDENCIAL CON EL SISTEMA DE SALUD 

                        El sistema de salud se relajó”. 

                                           Alberto Fernández”

 


 

 

 

El presidente, en su última intervención, al anunciar las nuevas medidas restrictivas utilizó la expresión del título que encabeza estas líneas, para referir la conducta de los responsables del ámbito público y privado.

 

Señaló que, cuando comenzaron  a disminuir los contagios, el sistema sanitario priorizó atender otro tipo de patologías.

 

Es una notable e imprudente valoración médica, al ponderar las actividades de los profesionales y determinar las necesidades y urgencias que podían esperar.

 

Nunca tan cierta la remanida definición de Alberto, por parte de Guillermo Moreno, quién manifestara: “…Les da clases de religión a los Obispos…”. 

 

Todo tipo de reacciones inundaron las redes con las declaraciones indignadas de los profesionales de la salud.

 

Desde “…lo que colapsa es la paciencia de la gente…”; el hastag “…relajados las pelotas…”; a las fotos con consignas de múltiples médicos, enfermeros y enfermeras dando cuenta, en sus aspectos físicos de agotamiento y sumo estrés los padecimientos estoicos, de la entrega y lucha.

 

La indignación estalla masivamente ante la improvisación y los agravios gratuitos e infundados.

 

Luego de un año disponible para programar y ordenar los recursos, los objetivos y la provisión y suministro de vacunas, de forma inexplicable, presurosa, ligera e insensata, critica las decisiones del sistema de salud en materia de internación y uso de los medios de Terapia Intensiva.

 

Acumula sucesivos fracasos en todos los frentes de la pandemia, cuarentena total, ineficaz e ineficiente y programa de vacunación insuficiente e inexpresivo y en forna gratuita y sorpresiva agravia al sistema de salud, desde el púlpito de su ciencia abarcadora y pregonada academia.

 

Resulta inexplicable la consigna presidencial.

 

Es un disparo en las piernas, producto de la impotencia y la ignorancia.

 

Hay un escriba escurridizo que tortura la pluma discursiva, haciendo mérito de sentencias divagantes, sin que medie el mínimo análisis de contenido o una improvisación inusitada con un extravío notable de las pautas lógicas y razonables.

 

Reprochar al sistema de salud que ha luchado y lo hace, sin descanso, saturado, con entereza y dedicación sin par, es una empresa delirante y ajena por completo a la realidad que nos agobia.

 

Es un trastorno, seguramente, producto de una gran excitación e intranquilidad que le produce desorden en las ideas y alucinaciones.

 

Son dichos disparatados, insensatos y carentes de sentido común, muchas veces el menos común de los sentidos.

 

La pandemia ha puesto en jaque el sistema de salud, pero observar y cuestionar el criterio médico y la oportunidad  de las internaciones quirúrgicas, o las derivaciones a terapias intensivas, es un claro gesto de ignorancia e ingratitud.

 

La pandemia y los efectos de la cuarentena eterna concurren para desencadenar otras patologías graves.

 

La entrega al Covid propiciada es un mensaje a los médicos para que posterguen el tratamiento de otras patologías.

 

El abogado, profesor de derecho, se sustituye en los criterios médicos y proclama los modos y los métodos del uso de los hospitales, sanatorios y clínicas.

 

Al amparo del uso y abuso de los Decretos, como elemento de gobierno, olvida sus conocimientos de Derecho Constitucional y abunda además en las determinaciones médicas.

 

Alberto sentencia sobre el debido uso, destino y afectación de las camas de terapia intensiva. Médicos: astenerse.

 

De todos lados se vuelve, menos del ridículo.

 

El Profesor de Derecho sustituye el criterio médico y ofrece un patrón general para distinguir las urgencias.

 

Juzga, valora y condena sobre el asunto médico con inusual ligereza.

 

Relajar es sinónimo de aflojar, distender, debilitar y antónimo de tensar, fortalecer.

 

Cruel expresión e ingrata significaciòn.

 

Alberto, indudablemente, juega con conductas dañosas de sí mismo.

 

El cierre de las aulas y el embate contra el sistema de salud son héridas innecesarias e inexplicables.

 

No tienen justificación razonable y lo único que logran es esmerilar el liderazgo y la confianza.

 

Es una muestra de la actitud distante y poco considerada que no ha valorado el comportamiento del sistema de salud.

 

La ingratitud escala en la soledad y aislamiento presidencial. No reconoce el mérito ajeno y confunde al amparo de un egocentrismo absurdo y frívolo.

 

Los errores se suceden en una escalada progresiva. 

 

Alberto no descansa  en el infortunio y es un cabal ejemplo de que siempre se puede estar peor.

 

 

 

 

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